SENTIMIENTOS DE EXTRAÑEZA

SENTIMIENTOS DE EXTRAÑEZA

Extrañamiento: Segunda sesión del Taller de Escritura Creativa 

dado por Fernando Franzetti Actis

En la penumbra de sus sueños, ella espera,

dos años como un abismo, un abrazo de incertidumbre.

Dieciocho, la cifra que se alza como una luz brillante

pero también como un enigma culposo.

 

Ella, apenas una chica, 

se siente atraída por su misterio.

 

El tiempo se estira como un gato perezoso,

y ella cuenta los días, las horas, los minutos.

La espera es un juego peligroso, 

un fuego que arde,

pero también una promesa de libertad.

 

El miedo la envuelve como una niebla espesa,

pero también la intriga,

la empuja hacia adelante con su dosis diaria

de adrenalina que utiliza para que su vida sea entretenida.

 

Dos años pueden ser eternos o efímeros,

dependiendo de la perspectiva, 

del corazón que espera.

Ella, la chica que anhela lo prohibido,

se sumerge en el abismo, en el miedo y la intriga.

Desconoce los sabores dulces y amargos 

que traerá esa libertad

 

Y mientras las estrellas titilan en el cielo, ella se pregunta si la edad será su red o su caída.

Ariana Valentina Barona Andosilla

 

Estaba Johann sentado en una banca en medio del parque. Dentro de su cabeza, ideas y muchas memorias rondaban. ¿Podría capturarlas algún día a todas? ¿podría eliminar las que no quiere recordar? Algo tan simple, pero el cerebro humano es complejo. Un hombre se sentó a su lado, sacándolo de sus pensamientos. Lo observó por un largo momento, hasta que vio en sus manos un objeto descansando. “¿Qué es eso?”, preguntó. La persona a su lado suspiró, y comenzó con su definición: “Un “capta-personas”, un “capta-formas”, un “capta-belleza”, un “capta-ideas”, un “capta-momentos” y, en general, un “capta-memorias”. Lo último dicho lo sorprendió, ¿un capta-memorias? ¿Puede ese objeto básico, captar algo tan valioso como un recuerdo? La contradicción se dio: “No creo que eso pueda contener la imagen de mi memoria, señor. ¿Acaso está jugando conmigo?”. El señor suspiró de nuevo y explicó: “Claro que no, pero, ¿acaso no quisieras guardar toda tu vida en algo que la mantuviera intacta? Que cuando estés viejo, tengas a tu alcance la vista de lo que algún día fue y no volverá a ser”. Estaba en lo cierto. Algún día, esperaba que fuera lejano, no podría ser lo que era ahora. Entonces, ¿de verdad había forma de detener el tiempo y coleccionar el recuerdo para siempre? Tal vez era un gato… o no, pero la curiosidad lo mató en ese momento. Le arrebató el misterioso objeto y lo inspeccionó. Un poco pesado y con relieves en su cuerpo. Un objeto con lentes, a través de los cuales, guardaba en su interior su vida en un instante. ¡Click! Era el sonido del trabajo hecho. Un testimonio con pruebas, una visión descubierta.

Ana Paula Moposita Plaza

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