La puerta secreta

Era un día como cualquiera. Yo regresaba de entrenar casi a las 6:40 de la tarde. Ya estaba oscuro en las calles, pero las luces y los carros iluminaban toda la calle. Entré a mi casa cansado y con ganas de irme a dormir. Al llegar, me percaté de que no había nadie de mi familia, así que pasé a mi cuarto, me duché y después me puse a merendar. Acabé de merendar, lavé los platos y todavía no llegaba mi familia. Ya eran las 8 y todavía no llegaban, así que les mandé un mensaje y me dirigí a mi cuarto a dormir. Cuando entré a mi cuarto, me percaté de una pequeña puerta negra en la pared. 

Al instante, sentí miedo e incomodidad y salí del cuarto. Traté de llamar a mi familia, pero no me contestaban. Decidido, entré de nuevo a mi habitación a tratar de descubrir qué era esa puerta. Me puse a pensar en todas las posibilidades y llegué a la conclusión de que si pasaba algo, podía cerrar la puerta y salir de mi casa a pedir ayuda a mis vecinos. Abrí la puerta despacio, conteniendo la respiración. Al terminar de abrirla, vi un pasillo oscuro que al fondo tenía una luz tan radiante que sentí que esa luz me llamaba. Así que, con miedo y curiosidad, me aventuré dentro de la puerta. Cuando llegué a la luz, quedé asombrado: era mi casa, pero con más colores vivos y diferente en algunos aspectos. Al entrar, me encontré con toda mi familia.

Yo me sentí muy raro. Mi familia era idéntica, pero algo me decía que estaba mal. Todo era casi igual en ese mundo, pero los colores eran diferentes en cada cosa, como si los hubieran cambiado, y eran muy vivos. En ese mundo era de mañana, y me puse a desayunar con esa familia que era como la mía pero a la vez no. Los alimentos tenían otros colores. Recuerdo que esa mañana desayunamos tigrillo, pero ese tigrillo era rojo y la taza de café era blanca. Probé esa comida y fue un sabor indescriptible y adictivo. Acabé de desayunar y mi familia me empezó a seguir hacia mi cuarto. Era como si no me quisieran dejar salir de esa realidad. Me dijeron que saldríamos y que me alistara. Vi el armario de mi cuarto, pero todo era diferente. 

Me puse lo que más me gustó y salí con intriga de a dónde me llevarían. Salimos en el carro de mi papá a un parque, pero no reconocía nada de lo que había ahí. Todo estaba al revés y fuera de su lugar habitual. Al llegar al parque, pude ver un montón de personas con una expresión que me generaba terror. Estaban formando un círculo y en mi mente pensé: «Esto no es nada bueno.» Abrí la puerta del carro y me lancé del carro. Caí fuertemente, pero sin ningún daño. A la vista, me puse de pie y le quité la moto a una de esas personas y aceleré lo más que pude. Me empezaron a seguir y vi cómo todo el mundo se volvía oscuro y salían mis peores miedos: arañas, muñecas, sombras y cosas así. Yo solo pensaba en llegar a la casa y regresar a mi mundo. A pocos metros de mi casa, sentí que la moto no me respondía y todos se acercaban cada vez más cerca de mí. Hasta que casi me atrapan, y boté la moto y corrí lo más rápido que pude. 

Aparecieron más monstruos que querían atraparme. Pude esquivarlos, llegué a mi casa, entré a mi cuarto, abrí esa puerta. Me alcanzaron de un pie en el pasillo oscuro de la puerta y solo podía pensar en qué pensaría mi familia cuando no me encontrara. Me inundé de pánico y miedo y dejé de forcejear. Lentamente, me sacaban del pasillo y llegó mi disque familia, pero no eran ellos. 

Todo este tiempo eran monstruos disfrazados. Sacaron un cuchillo muy filoso y con tanta sincronización alzaron todos los cuchillos y los bajaron fuertemente hacia mí. Grité, salté y escuché la alarma de mi celular. Sentí que estaba sudado y mi corazón parecía una locomotora. Estaba en mi cama, todo era igual. «Fue un sueño,» dije en mi mente. Salí de mi cuarto para empezar mi rutina diaria. Al salir de mi cuarto, todo era como tenía que ser.

Al salir de mi cuarto, me encontré con mi familia, pero algo seguía sintiéndose extraño. Decidí no mencionar lo que había visto en mi sueño. Mientras desayunábamos, noté algo peculiar el tigrillo era rojo…….

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