Luz y Carbono

 

En un rincón desolado del cosmos, entre nebulosas resplandecientes y asteroides bailando, se encontraba la diminuta nave de Helena, una exploradora humana que exploraba el universo en busca de maravillas desconocidas. Su bitácora estaba llena de descubrimientos inusuales; sin embargo, ese día descubriría algo que no podría justificar con lógica o ciencia.

Al examinar un planeta revestido de cristales flotantes, su radar identificó una señal inusual. Cuando aterrizó, vio algo que la dejó sin respiración: un ser traslúcido, de formas variables y colores iridiscentes, la miraba con ojos resplandecientes y curiosos.

—¡Oh, qué curioso! ¡Un ser de carbono! —exclamó el ser, su voz resonando en el aire como un ritmo.

Helena retrocedió, asombrada.

—¡¿Q-Qué?! —¿¡Puedes hablar?!— tartaumudeó, algo sorprendida por la voz de aquella criatura.

—Por supuesto que sí. A pesar de que todavía estoy determinando cuál es mi mejor método para expresarme, todavía no he elegido un nombre para mí… ¿Qué tal suena Harvey?

Helena, otra vez sorprendida, respondió con algo de curiosidad de cómo esa pequeña criatura había adivinado el nombre de una de sus canciones favoritas.

—No está mal, te queda bien, pero… —¿Cómo supiste el nombre de una de mis canciones favoritas? —Titiló su cabeza un poco hacia el lado mientras se río un poco; era bastante raro tener una conversación con una criatura tan extraña que la humanidad tenía seguro que no existían desde hace muchos años.

—¡Yo sé muchas cosas que ustedes no saben, ser de carbono! O simplemente supe por el hecho de que estabas susurrando esa canción mientras me viste… —Vió como la criatura también rió, junto a ella.

Intrigida, Helena se aproximó cautelosamente. Harvey tenía la capacidad de expandirse, reducirse y tomar formas volubles, como si estuviera hecho de la misma luz de las estrellas. No era similar a cualquier otra criatura que hubiera hallado o, de hecho, ¡nunca había encontrado algo como esa criatura en todos los planetas que había visitado!

—Y tú… disculpa, realmente todavía no me has dicho tu nombre. Sé cosas, ¡pero no el nombre de todos los seres de carbono de otro planeta! Bueno, solo dime, ¿cómo has llegado a este sitio tan aislado de todo?

—Buscando cosas novedosas, lo incierto, curiosidad del humano, si se puede decir así. Sin embargo, nunca imaginé hallar a alguien parecido a ti. Eres tan extraño, pero como un cumplido, ¡esas antenitas son muy graciosas!

—También persigo lo incierto —dijo Harvey, flotando en su entorno. Nunca había presenciado un ser de carbono tan próximo. ¿Deseas convertirte en mi amiga?

Helena sonrió de nuevo, mientras pensaba en las posibles consecuencias de una amistad con un ser extraño cuando tuviera que volver a la tierra; aún así, aceptó ser su amiga.

—Hm… Vale, podemos ser amigos, no hay problema; ¡me tendrás que enseñar cosas de tu planeta y de otros si sabes!

—Por supuesto que voy a enseñarte todo lo que pueda; ahora, ¡vamos!

Desde ese día, Helena y Harvey fueron explorando juntos el universo. Harvey le presentó planetas con mares de gas líquido y lunas que cantaban al contacto con el viento solar. Helena le instruyó acerca del tema de la gravedad, las amistades humanas y la noción de hogar.

Dos espíritus de universos diferentes, unidos por la curiosidad y la camaradería, viajando sin un destino establecido, explorando juntos los enigmas del cosmos.

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