
Estaba caminando mientras daba un paseo por el parque central de la ciudad, algo tranquilo y nada fuera de lo normal, después de un rato caminando mientras observaba las casas, edificios, árboles, y el paisaje general de repente veo a unos pasos una pequeña casita diminuta de madera. La casita con una puerta no era más grande que un baño pequeño y estaba justo al lado de un árbol grueso y viejo, de hecho, una de las paredes estaba hundida dentro del tronco.
Supuse que no era nada más que un quiosco de paso y el dueño aún no se había instalado. Después de pensarlo un rato decidí aventurarme a entrar dentro, después de todo, solo era un vistazo rápido y me iré. Abro la puerta y dentro había unas escaleras de madera que daban para abajo, se veían viejas con algunos hongos entre las rasgaduras del roble y ni siquiera se veía el fondo, extrañamente parecía que había un piso abajo, como si no fuera un simple quiosco sino más una entrada a una especie de sótano, pero – ¿Quién pondría un sótano en medio del parque? – Fue la duda que me vino a la mente inconscientemente después de pensar en esa hipótesis.
Hasta este punto ya tenía mis inseguridades, mire a mi alrededor cuando me percate que en realidad no había nadie más en el parque esa sensación me abrumó un poco y a la misma vez me sentí un poco más confiado, después de todo nadie se va a dar cuenta que un niño travieso mete las narices en donde nadie lo llama. No fue hasta medio minuto de repetir una respiración espesa y profunda cuando finalmente tuve el valor para bajar por la dichosa escalera, di un paso tímido adelante apoyando la punta del calzado en el primer escalón viejo de la escalera, la madera rechino con un tono rítmico agudo de humedad entre los tablones.
No terminó de sonar el crujido del primer escalón cuando ya estaba avanzando al siguiente y después al siguiente y después al siguiente, era como si cada vez que daba un paso ya no parecía tan mala idea dar el siguiente y seguir bajando. Después de un rato me detengo un momento en un escalón, sin darme cuenta llegué a un lugar amplio pero completamente oscuro, no podía ver nada más que los escalones que estaba pisando y ni siquiera parecía que la bajada se acabara. Alzó la mirada cuando la única luz que podía apenas divisar en ese momento era la de la entrada desde donde inicie.

Justo en ese momento entrecierro los ojos cuando puedo observar como una silueta deforme aparece desde arriba y empieza a bajar las escaleras muy rápido. Asustado empiezo a bajar rápidamente las escaleras también, rogando por lo que sea que fuera eso no me atrape. Como si fuera coincidencia o el destino en medio de la persecución puedo ver finalmente una salida brillante al final de la que parecía ser una interminable bajada, era tal el brillo que no se podría ver lo que había después, solo era como un portal pero eso no me detuvo y al contrario me motivo a correr aún más rápido sin importar si me podía resbalar y caer en el proceso lo único que me importaba era que ese bicho (que se acercaba cada vez más) no me agarre o me devore.
Después de dar unos saltos y unos pasos largos mientras corría desesperado, la criatura ya estaba a miseros escalones de mi pero también solo faltaban unos metros antes de llegar a la salida y cuando finalmente creí que esa cosa me llegó a atrapar pude cruzar la puerta brillante. Justo después de pensar que estaba a salvo, la criatura estiró uno de sus brazos y me agarro arrastrándome del lugar brillante de nuevo a las escaleras oscuras. Cuando creí que era mi fin de repente empezamos a subir todas las escaleras de nuevo a una velocidad sónica, lo único que pude ver fue como nos alejábamos de la brillante salida y subíamos llegando al quiosco otra vez en cuestión de un parpadeo, fue entonces que no pude ver nada más y perdí el conocimiento por la velocidad inhumana a la que fui arrastrado.
Después de un momento veía todo negro cuando me despierto. Estaba en una camilla en un hospital conectado con tubos y máquinas para mantenerme vivo, mi madre estaba alado mío y cuando noto que habría los ojos en su cara se dibujo una sonrisa acompañada rápidamente de lágrimas de felicidad – Gracias a dios estas bien – fue lo primero que pude escuchar de su boca mientras me abrazaba entre sus brazos cálidos. Cuando le pregunte lo que paso resulta que en realidad ni siquiera salí de mi casa al parque, nada más cruzar la calle un conductor en estado de ebriedad me atropello a toda velocidad, el viaje por el parque y la bajada hasta el fondo de la escalera solo fue parte del coma que quede instantáneamente después de ser golpeado por el auto.
Tal vez fue un casi viaje al cielo o al infierno, y la criatura de la que yo estaba huyendo no eran nada más que los paramédicos intentando que esta no sea la ultima vez que estoy en este mundo…